Octubre es el Mes de Mamá, leo y escucho por todos lados. Pareciera que este mes es especial para las mamás; pero estoy convencida de que el día de la mamá es todos y cada uno de los días de nuestra vida. Flor Zumaeta.
Creo que como mujeres solemos florecer en plenitud cuando nos convertimos en mamás. Y días pasados leí un post en redes sociales en donde las mamás contaban que cosas aprendieron como mamás y es en ese momento que me detuve en mis tareas para volver en el tiempo y hacer una línea cronológica de mi camino como mamá.
Como mamá aprendí que dejamos de pensar 100% en nosotras para pensar en los hijos; esos seres indefensos que llegan a nuestra vida después de nueve meses de gestación y luego a lo largo de la vida, aún ya adolescentes, continuamos pensando en ellos porque son nuestro eje. Alrededor de ellos pensamos y vivimos.
Como mamá aprendí que el dormir de corrido deja de existir en el preciso momento en que nuestro hijo ha emitido su primer llanto. Cuando son chiquititos te despertás a cada rato para darles de mamar, cambiar pañales, sacar sábanas recién vomitadas, calmar llantos por sueños feos y no crean que la historia cambia cuando son adolescentes; adolescentes que tienen una agitada agenda social. Cuando salen el celular es mi mejor amigo, cada hora lo consulto; porque puede haber un mensaje o una llamada y el reloj infaltable en la mesa de luz, para chequear la hora de regreso a casa. Noches de fin de semana interminables.
Como mamá aprendí a ser remisera ilegal de 3 hijos y amigos todos los días los siete días de la semana; pero es un placer llevarlos y traerlos; aunque reneguemos, porque saben una cosa, se tienen charlas personalizadas que son un placer.
Como mamá aprendí que a mis hijos adolescentes (de los cuales dos son varones) hay que tenerles paciencia para que me cuenten sus cosas y que sus abrazos me los dan en modo takle con toda la fuerza de un adolescente que mide más que vos y que al más grande de edad yo le tengo que pedir esos abrazos que duelen por la fuerza pero que son tan cálidos como increíblemente hermosos.
Como mamá aprendí que los momentos de soledad ya no puedo elegirlos, mi única hija mujer habla y habla muchoooo, la noche es cuando a ella más le gusta conversar; bueno ella habla y yo escucho. Amo que con sus catorce años pueda y quiera contarme sus pensamientos, su forma maravillosa de ver la vida, sus pedidos de abrazos y besos pero más que nada amo su manera de reír a carcajadas.
Como mamá aprendí cada día a ser mamá, cada uno a su manera me enseña. Me equivoco y aprendo. Sé pedirles perdón. Sé pedirles un abrazo. Sé extrañarlos. Sé decirle a cada uno que lo amo. Sé decirles que llegaron para hacerme feliz y puedo transmitirles que solo los acompaño y les marco el camino, porque ellos son hijos de la vida, sí, ¡la vida misma! Son mis hijos y me eligieron para hacerme infinitamente feliz, cada uno a su manera con sus formas de ser y eso me hace plena.
Amo ser mamá por tres. A ellos les digo gracias por haberme elegido para ser su mamá.
Feliz día mamás de la vida, del corazón, de sangre. Disfrutemos cada segundo de esta vida y de los hijos porque ellos son el condimento especial para que nosotras funcionemos cada día de esta maravillosa vida.
Flor Zumaeta.
¿Qué es lo que más te costó aprender de ser mamá?
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