La columna de Flor Zumaeta de esta semana viene a ser un homenaje a la amistad que celebramos este mes. ¿Por qué son tan importantes en nuestra vida?

Las mujeres somos de tener grupos de amigas, esas con las que se comparten pasiones que nos unen en algún punto, en buenos y gratos momentos. Ningún grupo es igual a otro, porque somos diferentes. Mujeres con crianzas distintas ¡y con hormonas que fluyen diariamente!

Con algunas se comparten mas afinidades y con otras el interés que despierta ese motivo que nos convoca. Y se es más confidente con una que con otra, pero no por eso se es menos amiga.

Como todas sabemos en los grupos hay variadas personalidades y cada una aporta algo diferente y lo enriquecen. Están las que ríen siempre, las que organizan las salidas juntas y las que siempre tienen algo para contar, la eterna romántica, la que da consejos, la madre del grupo, la sexy, la perdida y la que súper se esfuerza y trabaja todo el día.

Los buenos momentos vividos con cada integrante de los grupos de amigas, son inolvidables. Solemos compartir con las amigas, en mi caso en particular: entrenamientos de hockey, running, gimnasio, pintura, pool del colegio, de los deportes de los chicos, compartimos los grupetes de mamás del colegio y así nacen nuevas relaciones. Y en cada encuentro hay motivo para hablar y hablar, mas allá de la rutina que nos une.

Tener visiones diferentes de la vida, poder intercambiar ideas y pensamientos, sin dudas es fantástico; encontrar personas que piensan o viven la vida de otra manera también es una enseñanza para cada una. Descubrir nuevas personalidades con quien entablamos nuevas relaciones, es maravilloso.

Los grupos son variados, porque somos distintas, pero siempre tenemos un punto en común.

Muchas veces las juntadas, los encuentros, sirven de terapia para calmar a una, retar a otra, reír a carcajadas hasta que duele la panza, emocionarse por una buena noticia, llorar por un triste momento, acompañar, estar o simplemente brindar un cálido abrazo que vale mas que mil palabras.

A veces cuesta mucho salirnos de la rutina y evitamos estas juntadas; pero hace tanto bien juntarse que si estás prendida fuego esta es la mejor opción porque con las amigas se hace catarsis, podemos soltarnos y abstraernos de los momentos que nos agobian. Lo importante es sentirse cómoda y plena, querernos tal cual somos y aceptarnos con nuestros errores y virtudes.

El centro de atención de nuestras charlas son los hijos o lo que nos preocupa o la actividad que nos une.

En mi caso, el grupete de hockey es de lo mas variado. Somos un poco mas de 14 mujeres de entre 35 y 50 años; se imaginarán lo distintas que somos, pero nos une el hockey, entrenar, jugar los sábados, hacer el tercer tiempo y reunirnos a comer. Y en este grupete están las que ya no juegan pero siempre vienen, las que su cable a tierra principal es el hockey, las que juegan a morir en la cancha, las fosforitos, las pasionales, las que están dentro jugando y al mismo tiempo controlan que el hijo de 4 años no se suba a un árbol, la líder del equipo que cuando no está la extrañamos, la que tiene toda la onda y nos enchufa a todas y la que cocina riquísimo para malcriarnos, la que va de frente, la más discreta, la que reniega por todo ¡y así somos! ¡un equipo! pero también somos amigas que hacemos esto porque nos hace bien y nos complementa. Porque esa es la idea, ¡no?

Siempre tenemos un motivo para juntarnos mas allá del hockey y cuando no vamos nos extrañamos mucho, el grupo del whatsapp siempre esta “prendido fuego”.

Y así me imagino que sucede con todos los grupos, ayudan a reencontrarse, hacen bien al alma, a bajar a tierra, a estar más pendientes una de otra, conectadas virtualmente y en forma presente que es lo mas importante.

Porque de algo estoy segura las relaciones en el ultimo tiempo pasan en un 90% por redes sociales ¡y no esta bueno para nada! porque nada mejor que face to face y reír hasta que duele la panza.