La función paterna es cumplida en la mayoría de los casos por el padre biológico,  pero en muchos otros este lugar es ocupado por alguna figura significativa como el abuelo, un tío o un amigo de la familia. Para ser un buen padre no basta sólo con traerlos al mundo, hace falta mucho más.

La columna de SaltaBebe.

La organización familiar ha cambiado bastante y las situaciones que antes se consideraban convencionales ya no lo son tanto. Las nuevas  familias monoparentales, homoparentales, ensambladas, consensuales, etc, dejaron de ser minoría y ganan espacios mientras luchan porque sus derechos sean respetados. El rol del padre también ha variado. Hoy encontramos papás mucho más interactivos que se conectan con el bebé desde que está en la panza de la madre, y se involucran en la crianza de los hijos con tareas y responsabilidades compartidas. Aquí te contamos cuáles son las características que reúne en la actualidad un papá ideal.

1. Amoroso. Es afectuoso y expresivo. No tiene problema en ser demostrativos. Hay más proximidad con los hijos que antes.

2. Comunicativo. A los niños les encanta oír las historias que sus papás tienen para contar. Poder entrar al mundo de los chicos a través del juego o de los cuentos es una herramienta que todo buen padre aprovecha para conectarse más y mejor.

3. Creíble. Los padres son ejemplos vivientes. Para generar confianza lo que decimos debe coincidir con lo que hacemos. Un papá que le pide a su hijo que no grite, levantándole la voz, no es creíble.

4. Atento. Ser un padre presente y pendiente de las necesidades de los hijos. Muchas veces para ausentarse no hace falta estar lejos de los niños; basta con idiotizarse con el televisor, la computadora o el teléfono celular para dejar de brindarles la atención que ellos están solicitando.

5. Sincero. Hablarles siempre con la verdad a los chicos es lo mejor. Hay temas muy complejos que se pueden contar de manera endulcorada para evitarles el dolor en etapas muy tempranas. Cuando un niño está listo para conocer las respuestas empieza a preguntar. Por ejemplo, enterarse recién en la adolescencia de que sos un hijo adoptivo puede ser muy patológico y traer muchas consecuencias negativas a futuro, ya que pensará que toda su vida vivió en una mentira. Hay verdades que se deben ir diciendo de a poco teniendo en cuenta la edad y circunstancias que atraviesa el pequeño.

6. Respetuoso. Sabe escuchar a los hijos y les brinda el espacio personal que ellos necesitan para desarrollarse y realizar las actividades que prefieran, de manera independiente. Entiende que los límites les dan contención y a la hora de dar un castigo no hace uso de la violencia física o psicológica.

7. Motivador. Es el primero en elogiar y acampañar a los hijos en sus logros y en incentivarlos a superarse ante la adversidad. Los impulsa a perseverar y progresar. Los alienta a soñar y creer en ellos mismos.

8. Paciente. A tener paciencia muchas veces se aprende y se ejercita. Con los chicos es fundamental poder mantener la calma, esperar sus tiempos y acostumbrarse a sus ritmos. Apurarlos, presionarlos o sobre exigirlos es un gran error que se comete muy a menudo. Asimilar que el niño es un niño y que no tiene los mismos tiempos del adulto ayudará en este proceso.

9. Responsable. Adquirir un compromiso como padre es hacerse cargo de los hijos cubriendo sus necesidades de alimento, vivienda, abrigo, salud, amor, etc. Brindarle también un ambiente familiar ameno y libre de tensiones o situaciones estresantes para un niño. Cuando un chico crece viendo a su padre cumplir con su trabajo y obligaciones seguramente será una persona responsable al crecer.

10. Protector. Sin caer en los extremos, un padre protector puede brindarle al niño una sensación de seguridad que lo ayudará en su desarrollo y aumentará su autoestima.

¿Sabías qué? La comunicación fluida con el padre disminuye la probabilidad de consumir alcohol o drogas y juega un «rol protector» sobre todo para las niñas, en cuanto a su bienestar emocional y la imagen positiva que tienen sobre su propia imagen corporal.

Fuente: Organización Mundial de la Salud, con el asesoramiento de Daniela Furst. Licenciada en Psicología.

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