BRILLANDO EN LA OSCURIDAD.

Se las hago corta y fácil cómo para que interpreten la escena y se sientan parte. Te juntas a comer con ellas, cualquier día de la semana. A la noche. Si es jueves llegas cargada con todos los mambos de la semana. Si es martes, un poco mareada de la resaca del fin de semana pero bueno, no vamos a ponernos pretenciosas. Pongamos cualquier día, el que quieran ustedes. Juntarse con amigas es lindo en cualquier momento.
Entre que eligen el menú si es en un resto o tu amiga lucha con la calabaza si la elección es casera, nos servimos la primer copa de vino y picada si alguna se avivó que siempre hay que comer algo antes de comer.
Arranca la primera, siempre arranca la misma primera. Cuenta su historia que, obviamente ya escuchamos diez mil veces . Cuenta si se lo cruzó, si la llamó, si le mandó mensaje, si se está sintiendo cómoda con ése tipo de relación o si el que conoció el otro día en el bar tiene pinta de querer algo más serio que el actual. Es claro que están todas emboladas porque, como dije, esta historia la conocemos de memoria. El debate va a ser el mismo y el desenlace claramente repetido. Todas sabemos que nuestra querida va a acostarse nuevamente con el “X” de turno aunque todas le hayamos firmado que jamás llegará al registro civil con él. Ni al registro civil ni a ningún otro lado. Y al instante interrumpe la otra, la que entra en escena siempre para romperlo todo, hacerlo trizas. Entra ella e interrumpe y como quien no quiere la cosa, cambia completamente el tema a debatir y el resto, como en modo automático, aprovecha la situación para por fin no seguir hablando de aquel mamarracho que no hace feliz a nuestra amiga.
Y cambia el tema, lo cambia con tanta frescura que hasta resulta gracioso en vez de egocéntrico. Empieza la historia con una pregunta obvia. ¿Qué hago, chicas? Siempre nos preguntamos qué vamos a hacer aún cuando sabemos todas que en realidad la última voluntad es absolutamente propia. Habla de un compañero de trabajo que la avanza pero en realidad tiene novia. Y lo peor, la novia trabaja con ella. En otro puesto y en otro sector pero en la misma empresa. “No creo que sea prudente que te involucres con alguien comprometido”, lanza ella. ¡Si, señores!. La genia que mantuvo una relación con un hombre casado durante 3 años. De repente se hace un silencio porque todas sabemos su historia pero nadie se siente capaz de recordársela. No al menos ahora que se descorchó el segundo vino y todo huele rico. El silencio dura apenas segundos porque enseguida la psicóloga del grupo, confiesa que está pensando en inseminarse. Se miran todas, se sirven más. Otra se anima a un “si no encuentro nada en este 2014, vamos juntas” y la que siempre sabe todo, comenta que una amiga de una amiga de la prima lo hizo y ahora “la piba” está super feliz sola con su hijo. “SOLA con su hijo”- repite la más Susanita de todas- “¿escuchas lo que estás diciendo?”, justo cuando la que nunca se involucra en nada ni entiende demasiado las conversaciones del resto, amenaza con un hermoso: “Pongan la mesa, vamos todas a comer”. Y de repente todo se desordena, nadie escucha más nada y posiblemente la semana que viene volvamos a charlar nuevamente de las mismas historias: las nuestras, las que cansan pero en el fondo amamos volver a escuchar. Nuestras amigas son todo y esto también.
Decime si no te sentís identificada con alguno de estos personajes típicos de un grupo de amigas y sino, animate a contarme cuál crees que es tu rol.

#amis20ydiez

         24/07/2016        BLOG

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