EN EL ZAGUÁN DE LOS SUEÑOS.

Estoy con una crisis redaccional en este preciso momento. Este blog que comencé a escribir hace dos semanas, ya vio, en su página en blanco, palabras mías de, por lo menos, 15 temas diferentes. No sé sobre qué escribir y esto me provoca un poco de frustración. ¿Cómo es posible que no haya tema del que hablar?. Creo, imperiosamente, que estoy necesitando un sacudón emocional; algo que me saque la parsimonia, que me despabile, que me modifique.

¿Hay algo peor que el estancamiento?. Para mí NO. Mi naturaleza puede tolerar casi cualquier cosa, pero jamás, el quedarme quieta. Me angustia hasta provocarme sensaciones en el cuerpo que detesto, entro en pánico con la vida y me desarmo lentamente. Por eso, repito, estoy necesitando una buena dosis de adrenalina: nuevos clientes, proyectos, que llegue LA CUENTA DE MI VIDA, que me encarguen y exijan nuevas tareas. En fin, acostumbrada por obligación al camino de la superación continua, que llega hasta el desgaste mental más cruel, la vida del freelancer necesita, cada tanto, un mimo grande como una casa de dos plantas en la costa brasilera con vista al mar, caipirinhas de por vida y el verano eterno.

Como metafóricamente quiero esa casa con vista al paraíso, estoy empecinada en dar el salto. Hace varios días que tejo ideas en mi cabeza sobre cómo llegar a “ese” cliente que aún no tengo, a “ese” trabajo que aún no me pidieron y demostrar (me) que yo también puedo ser una exitosa empresaria. El circulo vicioso del no puedo eterno empieza a hacer mella en mí; vuelvo a cuestionarme (sin cuestionarme) si elegí el camino correcto, o más bien, me pregunto por qué siempre elijo el camino más enroscado entre los posibles; por qué no soy de esas personas que transitan liberadas de juicio propio y no juzgan si se aburren en un trabajo, o si tienen historias nefastas de amor que contar, o si siempre pagaron más impuestos de lo que debían. Lamentablemente… perdón ¿lamentablemente? no soy así: está en mi naturaleza CUESTIONAR, INDAGAR Y REDOBLAR LA APUESTA.

Por eso un día cerré la puerta de la dependencia y abrí ésta que no sé si es LA puerta o es MI puerta: a mi medida, imperfecta como yo y llena de machucones por las caídas. Sin embargo,  estoy convencida que un día, el menos esperado de todos, aparece la gran oportunidad de tu vida y no viene teñida de azul, no es pomposa y tal vez tampoco sea una casa de dos pisos con vista al mar, sino una casita que da a un escueto río. Me cuestiono por qué necesitamos imaginar todo de manera tan grandilocuente que nos permita caminar, cumplir objetivos, lograr metas, mejorarnos. El pasto es más verde del otro lado, el aire es más puro allá ¿allá dónde? ¿Dónde no estás?. ¿Por qué nos cuesta tanto conectarnos con el aquí y ahora?. Hoy definitivamente estoy más para abrir interrogantes que para darles un sentido. ¿Y vos?.

 

         24/07/2016        BLOG

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