INFO // HIJOS // REPETIR EL AÑO.

En esta época del año muchas familias atraviesan por la situación de repitencia escolar de un hijo. Y si bien muchos padres podían imaginárselo durante el año, el impacto emocional que tiene nos enseña a la fuerza a sobrellevarlo lo mejor posible. Pero, ¿cómo hacerlo?

Más allá de las causas por las que un chico repite (no saber estudiar, fallar en la organización del tiempo, no tener manejo en la comprensión lectora, problemas de aprendizaje, dificultades para concentrarse o mantener la atención, estar en una institución educativa con un estilo de enseñanza que no es la que ese alumno necesita, entre otras causas) ninguno de los que pasan por esa situación quedan exentos de sentir el abanico emocional que detona. 

Este abanico es muy amplio y personal, sin embarco hay dos emociones que, si bien son displacenteras, serán funcionales para lograr el cambio y encarar un nuevo año de manera positiva.

“Estaba seguro que aprobaba, había estudiado todo febrero, fui a profesora particular pero justo me tomaron algo que no me salía, que no estaba como lo estudié… me da mucha bronca”, relata Germán de 13 años.

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El enojo es una emoción que, aunque no sea agradable de sentir, tiene su parte funcional. Cuando nos enojamos es porque sentimos que algo no está saliendo como debe ser. Algo anda mal, la señal que nos trae el enojo está indicando que algo se salió del control que pretendíamos tener. Esta señal también nos indica que llegamos a un punto en el que de esa manera no se puede seguir, el enojo nos aporta fuerza vital para poner firmeza, para poner un límite.

En caso de repetir el año, el enojo va a ser funcional para marcar otro camino, ya sea para cambiar de escuela, cambiar de hábitos de estudio, para buscar ayuda del profesor en la escuela o ir a uno particular antes de acumular bajas notas.

“Me siento mal, es un bajón. Hay amigas que no voy a volver a ver porque pasaron de año y yo no. Lo que más triste me pone es perder a mis amigos, porque aunque los siga viendo no es igual, y defraudar a mis viejos que me pagaron la profe”, comenta Luciana de 14 años.

La  tristeza, es una emoción de las que más se escapa la gente en general. Y si bien es muy desagradable, gracias a ella podemos dar los dos pasos fundamentales para generar un gran cambio: aceptar y soltar. Estas son palabras que parecen estar de moda, o estar asociadas al estar relajado. Sin embargo nada es más difícil que pasar por este proceso de aceptar que ocurrió algo que no queremos y dejar ir esas sensaciones, pensamientos y acciones que están aferradas a esa experiencia, para armarse y volver a intentarlo.

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En el caso de los chicos que se sienten tristes, la mejor ayuda que pueden dar los padres es acompañarlos en este proceso. Ni forzarlos a salir, ni mantenerlos mucho tiempo en esta etapa. Solo respetar y acompañar en esto de aceptar que las cosas no salieron y dejar ir lo que se vive como error. Es saludable tomar la experiencia como trampolín para aceptar que hay cosas por modificar para iniciar un año mejor y poder aprender de lo que no salió como esperábamos. Generalmente, los chicos poseen una flexibilidad que les posibilita hacer este proceso, sobre todo si cuentan con el apoyo de la familia.

En la mayoría de los chicos que vemos, lejos de quedar “marcados” con la experiencia pueden rearmarse y encarar mejor la escuela, nuevos amigos, nuevas rutinas. Por eso, siempre que eso no sea así recomendamos acudir por ayuda profesional. De todo aprendemos en la vida y poder estar atento a lo que sentimos será una sabia guía para dar los pasos necesarios para crecer.

         24/03/2017        DATOS, HOME-BANNER

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